FLECHA

Se disfrazó de sombra pesada,
de ataúd de 4 puertas y con el aliento de averno le susurró al oído:
“voy por ti”.
Volvía de la curva aquella esa que tomó a todo lo que daba,

cuando la muerte despechada jugando a ser correcta lo sobresaltó,
fue en el momento menos indicado, pero mas cierto y cuidadoso,
no le pidió que fuese pura ni rápida como él,
ni piadosa, menos piadosa,
no quiso salvarse de encontrarla en la berma del destino,

vestida de acero,

de colores varios,

de velocidad constante, de aceleración proporcional,

entonces, lo traspasó el suspiro, como flecha de fuego,

incendiando el alma de puro miedo,
se quedó mudo de conciencia y ciego de razón inmediata,
sin cuidado, juntó los dientes y rechinando se volvió mas hombre, menos niño, mas elocuente, menos cobarde pero igual de intransigente.
No tiene sentido luchar contra lo inevitable,
escuchó atentamente y luego de recuperar un poco las fuerzas, se colgó del viento, lo usó, como muleta de poder, enfrentó el aire oscuro, helado y hediondo, lleno de cenizas negras, y se apresuró a ser mas pillo,
rechinó el cemento con gritos desesperados de asfalto mugriento,
la muerte pasó por el lado y él sonriendo la escupió en la cara,
“¡el más fuerte es el más débil!” le gritó subiendo la ventana despacito,

se alejaba con el corazón latiendo sangre de a litros en la boca.
Una curva más y será el último juego...
por lo menos por lo que queda de esta noche.